jueves, 5 de marzo de 2015

ANTIMANUAL DE LA FILOSOFÍA PARTE 1 Y 2 (MICHEL ONFRAY)



MICHEL ONFRAY
ANTI-MANUAL DE LA FILOSOFÍA

1
La naturaleza
El mono, el caníbal y el masturbador

¿Queda todavía en nosotros mucho de chimpancé?
Sin embargo, distinguimos lo que es común al babuino y al humano al mono y al Papa. Para hacerlo, podemos recurrir a las lecciones que da la fisiología (las razones del cuerpo) y la etología (la lógica de los comportamientos humanos esclarecidos por los de los animales). Esas dos disciplinas informan sobre lo que, en cada uno de nosotros, procede y se deriva todavía de la bestia, a pesar de siglos de hominización (el hecho para el hombre de hacerse cada vez más humano) y de civilización.


¿Cuándo es un mono Nuestro profesor?
El chimpancé y el hombre se distinguen en la manera de responder a las necesidades naturales. El mono permanece prisionero de su bestialidad, mientras que el hombre puede deshacerse de ella, parcialmente, totalmente o bien diferirla, resistirse, superarla dándole una forma específica. De ahí la cultura. Frente a las necesidades, a los instintos, a las pulsiones que dominan al animal totalmente y lo determinan, el hombre puede elegir ejercer su voluntad, su libertad, su poder de decisión.
La fisiología nos muestra la existencia de necesidades naturales comunes al chimpancé y al profesor de filosofía. Beber, comer y dormir se presentan como inevitables obligaciones impuestas por la naturaleza. La psicología muestra una necesidad sexual activa tanto en el primate como en el hombre. Sin embargo, esa necesidad natural no es indispensable para la supervivencia individual, sino para la de la especie. Dejar de beber, de comer y de dormir pone en peligro la salud física de un cuerpo. No tener sexualidad no merma en nada la salud física no diremos lo mismo de la psíquica. Si el individuo no teme nada de la abstinencia sexual, la humanidad arriesga con ella su supervivencia.




Y nuestro mono, ¿por qué no será profesor de filosofía?
El hombre y el chimpancé se separan radicalmente en cuanto se trata de necesidades espirituales, las únicas que son propias de los hombres el mono ignora las necesidades espirituales Hay que añadir, como mono específicamente humano, la capacidad de transmitir saberes acumulados en la memoria y la evolución. La educación, la iniciación intelectual, el aprendizaje, la transmisión de saberes y valores comunes contribuyen a la creación de sociedades donde las disposiciones humanas se hacen y rehacen sin cesar. Las sociedades de chimpancés son fijas, no evolutivas. Su habilidad es reducida, simple y limitada. Cada uno lleva consigo su parte de
mono. La lucha para alejarse de esa herencia primitiva es cotidiana. Y hasta la tumba. La filosofía invita a librar ese combate y ofrece los medios para ello.

Simone de Beauvoir (francesa, 1908-1986)
Compañera de Sartre, con quien inventa un nuevo estilo de pareja donde prima totalmente el ejercicio de la libertad. Novelista, ensayista, memorialista, filósofa de izquierdas, escribe El segundo sexo (1949), libro de culto que genera el pensamiento de liberación de las mujeres del planeta.

No se nace mujer, se llega a serlo.
Destino biológico, físico o económico define la figura que reviste en el seno de la sociedad la hembra humana; la civilización en conjunto es quien elabora ese producto intermedio entre el macho y el castrado al que se califica como femenino. Solo la mediación de un ajeno puede constituir a un individuo en otro, en tanto que existe para sí, el niño no podría captarse como sexualmente diferenciado. Entre las jóvenes y los varones el cuerpo es, en primer lugar, la irradiación de una subjetividad, el instrumento que realiza la comprensión del mundo: el universo es apresado a través de los ojos o las manos, pero no por las partes sexuales.

Voltaire (francés, 1694-1778)
Célebre en el mundo entero por sus Cuentos, mientras que él siempre pensó pasar a la historia gracias a unas tragedias que ya nadie lee. Le debemos la invención del pensador comprometido con su tiempo, en las batallas que cree justas (la tolerancia, la libertad, el laicismo). Proporciona el modelo de la figura del intelectual del siglo XX.

Las bestias no son bestias
Es una pena, una pobreza de espíritu, haber dicho que los animales son máquinas que carecen de conocimientos y sentimientos, que siempre realizan sus cosas del mismo modo y no perfeccionan nada. ¡Qué equivocación! El pájaro que hace su nido en semicírculo cuando lo fija en una pared, que lo construye en forma de cuarto de círculo cuando lo hace en un ángulo, y en círculo perfecto cuando lo coloca en un árbol, no hace siempre lo mismo.

¿Has comido ya carne humana?
Vosotros no, probablemente no. De lo contrario, me preocuparíais...
Pero vuestros ancestros, sí, sin ninguna duda. No tanto vuestros padres o abuelos (aunque, ¿conocemos realmente el pasado de nuestros parientes...?), como los hombres prehistóricos de los que todos descendemos. Curiosamente, se evita divulgar la información confirmada, sin embargo, por los pre-historiadores, de que en dordoña, hace varios millares de años, se hacían festejos con los restos de los propios semejantes cortados en pedazos. Claro está que los detalles del banquete han quedado en la sombra, ignorados. Solo ciertas muescas en las osamentas halladas permiten concluir que los fémures se partían de manera que la médula pudiese ser consumida.

     Te como, luego soy
Ahora bien, el canibalismo es un hecho cultural: los animales no se
comen a sus semejantes según reglas precisas de troceado, cocción y reparto, significantes y simbólicas. Existe un género de gastronomía en la cocina antropofágica... Solo los hombres introducen en el arte de comer a su prójimo un sentido descifrable. Por supuesto, las razones difieren entre el canibalismo de violencia política o accidental y el canibalismo ritual.




Canibalismo ritual y sagrado, los hombres escenifican una teatralización precisa que supone la transmisión, dentro de la tribu, de maneras de pensar y actuar. No se mata para comer, se come al que está muerto. Con lo cual se difunde una actitud ante la muerte, porque solo los hombres han inventado respuestas culturales para vivir con el hecho de tener que morir. Sepultura fuera del suelo, cremación, entierro o canibalismo: al proponer esas soluciones a los problemas de gestión del cadáver, los hombres afirman su humanidad y toman distancia respecto al animal, que no entierra a sus muertos, no los reconoce, no organiza ceremonias para honrar y celebrar su memoria, ni imagina la posibilidad de sobrevivir bajo forma espiritual.
Desaparece, cierto, pero cuya alma sobrevive y permanece en la tribu. Sin lugar a dudas, los pueblos que practican la antropofagia se sorprenderían mucho al ver cómo nuestras civilizaciones ultramodernas tratan a sus cadáveres: se aleja al muerto, no se muere en el hogar sino en el hospital, ya no se llevan los cuerpos a las casas, a los domicilios, se quedan en los depósitos, expuestos en las salas anónimas donde se suceden sin discontinuidad los cadáveres desconocidos de la víspera y del día siguiente.

Michel de Montaigne (francés, 1533-1592)
Autor de un único gran libro, los Ensayos (1580-1588), en el cual, a la luz de los autores de la Antigüedad, propone la moralización de su conciencia y la historia de su subjetividad. Inventa el «Sujeto» moderno y permite, contra el cristianismo que lo tiene en mala estima, dar al «Yo» un estatuto positivo.

¿Dónde están los bárbaros?
Que nada bárbaro o salvaje hay en aquella nación, según lo que me han contado, sino que cada cual considera bárbaro lo que no pertenece a sus costumbres. Ciertamente parece que no tenemos más punto de vista sobre la verdad y la razón que el modelo y la idea de las opiniones y usos del país en el que estamos. Allí está siempre la religión perfecta, el gobierno perfecto, la práctica perfecta y acabada de todo.

¿Por qué no masturbanos en el patio del instituto?
Sí, hombre: ¿por qué no? Pues la técnica es simple, los resultados
inmediatos, y todo el mundo sin excepción ha probado, prueba o probará esos placeres solitarios. Entonces, ¿por qué tiene que recaer sobre esta técnica tan vieja como el mundo y los hombres un peso tal de culpabilidad, una semejante carga cultural y social? ¿Cómo justificar el arsenal represivo que envuelve la masturbación? De hecho, no debería preocupar en modo alguno, puesto que entre el productor y el consumidor mal puede imaginarse la posibilidad de un conflicto, de un desacuerdo o un malentendido.

¿Cubierto por la Seguridad Social?
Algunos filósofos se alzan -si se puede decir así- contra ese orden de cosas: son los cínicos griegos (Diógenes de Sínope, Crates o Hiparquia, una de las escasas mujeres en esta actividad esencialmente masculina). Actúan, enseñan y profesan en Atenas, Grecia, en el siglo IV antes de Jesucristo. ¿Su modelo? El perro [cynós, en griego], porque ladra contra los poderosos, La cultura sirve casi siempre a los intereses de la sociedad, ya que necesita hacer de la sexualidad un asunto colectivo, comunitario y general. Porque, para la sociedad, la energía libidinal no debe complacer dos individualidades libres y que están de acuerdo, sino aspirar a la creación de la familia, célula básica de la comunidad. La masturbación es una actividad asocial, individual, antiproductiva para el grupo.

Wilhelm Reich (austriaco, 1897-1957)
Frente al triunfo del fascismo y el nazismo en la Europa de los años 30, asocia la crítica marxista (elogio de la revolución social y política) y el psicoanálisis (exhortación a tener en cuenta la existencia de un inconsciente individual) para liberar a los hombres, las mujeres y los jóvenes de la alienación económica y sexual.

Picazón masturbatoria!
Antes de que el joven haya alcanzado la pubertad, en realidad desde la primera infancia, el impulso sexual se manifiesta ya bajo las más variadas formas. Una de estas formas, que finalmente aparece cada vez en primer plano, y que realiza la transición hacia la vida sexual madura, es el onanismo (masturbación, autosatisfacción). La Iglesia y la ciencia burguesa han presentado el onanismo de los niños y adolescentes como un vicio grave, como un fenómeno peligroso y nocivo para la salud. Solo la sexología moderna considera el onanismo como una forma transitoria totalmente normal de la sexualidad infantil y adolescente.

Francis Dagognet (francés, nacido en 1924)
Médico de formación, pensador polifacético: de la imagen y el número en informática, del papel de los desechos o del objeto en el arte contemporáneo, de los trasplantes o la nacionalización de los cadáveres, de los límites de la ingeniería genética y el derecho de los homosexuales a la adopción de niños, de la posibilidad de repensar la Nación como hombre de izquierdas.
«La naturaleza no es natural»
Trataremos de justificar nuestra oposición a la naturaleza: olvidamos con demasiada facilidad que ella misma, en sus manifestaciones más típicas el campo, el bosque, la senda, etc. resulta de una conquista del hombre y de una paciente labor. No podemos escribir más que una historia del campo. El que contempla su armonía observa el fin o el aspecto externo, despreciando los medios, la maquinaria subyacente. Ha sido necesario, durante generaciones, desbrozar, plantar, talar, podar, alinear: los vegetales y los animales, a su vez, ponen a la vista opciones y operaciones. En resumen, la naturaleza no es natural.

2

El arteEl descodificador, la Gioconda y el urinario.




Sí, siempre. Es un error imaginar que es posible el acceso a una obra de arte, sea cual sea, con las manos en los bolsillos, totalmente despreocupados, ingenuamente. No entendemos a un chino que nos dirige la palabra si no dominamos su lengua o si no poseemos ciertos rudimentos de la misma. Pero así procede el arte, como un lenguaje, con su gramática, su sintaxis, sus convenciones, sus estilos, sus clásicos. Quien ignore la lengua en la que está escrita una obra de arte se priva para siempre de comprender su significado y, por tanto, su alcance. Así, todo juicio estético se hace imposible, impensable, si se ignoran las condiciones de existencia y aparición de una obra de arte. De algún modo, conocer la época, la identidad del autor, sus intenciones, transforma al observador en artista. No hay comprensión de una obra si falta la inteligencia de quien la mira. La cultura es, pues, esencial para la aprehensión del mundo del arte, sea cual sea el objeto concernido y considerado.
Al proponer un trabajo, el artista efectúa la mitad del camino. La otra es cuestión del aficionado que se propone apreciar la obra. La época y el temperamento del creador se concentran en el objeto de arte (que puede ser tanto una construcción, una pirámide por ejemplo o un edificio firmado por Jean Nouvel, como una pintura de Picasso, una sinfonía de Mozart, un libro de Victor Hugo, un poema de Rimbaud, una fotografía de Cartier-Bresson, etc.). En cuanto al objeto, este solo adquiere su sentido con la cultura, el temperamento y el carácter de la persona que aprecia el trabajo.

El aficionado no nace, se hace!
¿Cómo nos convertimos en ese aficionado, es decir, en ese apasionado del arte? Dándonos los medios de adquirir el descodificador. ¿Es decir? construyendo nuestro juicio. La construcción de un juicio supone tiempo, empeño y paciencia. ¿Quién afirma que utiliza bien una lengua extranjera si le dedica un tiempo y un empeño ridículos? ¿Quién puede creer dominar un instrumento musical sin haber sacrificado horas y horas de práctica con el fin de cubrir la distancia que separa el balbuceo de la maestría? Lo mismo ocurre con la fabricación de un gusto. Poco importa cuál sea el objeto de ese gusto (un vino, un guiso, una pintura, una pieza musical, una obra de arquitectura, un libro de filosofía, un poema), solo logramos apreciarlo una vez que hemos aceptado que hay que aprender a juzgar.

Paul Veyne (francés, nacido en 1930)
Historiador que reivindica a Friedrich Nietzsche y Michel Foucault. Especialista en la civilización antigua. Ha trabajado sobre los mitos griegos, los juegos circenses, la poesía erótica romana, e igualmente sobre la forma de escribir la historia o la poesía contemporánea.

APRENDER A ENTENDER; Nada más que el más banal de los procedimientos escolares, Normalmente, cuando se trata de poesía, la gente viene y te dice: usted entiende este poema así; yo lo entiendo de otro modo. Por supuesto, ellos pueden y tienen el derecho de comprenderlo de otro modo.

Theodor W. Adorno (alemán, 1903-1959)
Músico de formación, sociólogo y musicólogo, filósofo judío expulsado por el nazismo y refugiado en los Estados Unidos, miembro de la Escuela de Francfort (ver nota sobre Horkheimer, pág. 102). Pensador antifascista que se preocupa por reflexionar sobre las condiciones de una revolución social que no pase por la violencia.

No hay belleza sin iniciación.
La obra de arte exige algo más que el abandonarse a ella. El que llega a encontrar bello el «murciélago» tiene que saber lo que es el «murciélago»: tuvo que haberle explicado su madre que no se trata del animal volador, sino de un disfraz; tiene que recordar que una vez le dijo: mañana podrás vestirte de murciélago. Seguir la tradición significaba experimentar la obra artística como algo aprobado, vigente; participar en ella de las reacciones de todos los que la vieron con anterioridad. Cuando ello se acaba, la obra aparece en toda su desnudez con sus imperfecciones. El acto pasa del ritual a la idiotez, y la música de constituir un canon de evoluciones con sentido a volverse rancia e insípida. Entonces ya no es tan bella.

David Hume (escocés, 1711-1776)
Conoce el fracaso en el comercio, la escritura, la economía y la universidad. Se conforma con un trabajo en la biblioteca para vivir. Analiza las condiciones de posibilidad del conocimiento desde las impresiones, percepciones y sensaciones individuales, además, hace de la realidad una ficción construida por la razón.

Aumentar su saber, y así, su placer
Ningún hombre que no posea el juicio más sólido hará nunca una crítica aceptable de tales obras. Y esta es una nueva razón para cultivar el goce de las artes liberales. Nuestro juicio se reforzará con esta práctica; nos formaremos nociones más exactas de la vida, muchas cosas que complacen o afligen a otros nos parecerán demasiado frívolas para merecer nuestra atención, y poco a poco perdemos esa sensibilidad y delicadeza de pasión que tan incómoda resulta. Pero quizá haya ido demasiado lejos al decir que un gusto cultivado para las bellas artes extingue las pasiones y nos deja indiferentes ante aquellos objetos que tan perseguidos son por el resto de la humanidad. Tras posteriores reflexiones, creo que más bien mejora nuestra sensibilidad para todas las pasiones delicadas y agradables, al mismo tiempo que deja la mente incapaz de emociones más rudas y turbulentas.

Nada bello, pero en todas partes...
Nada que ver, o no gran cosa, entre esa foto enmarcada y la obra de arte de Leonardo da Vinci (1452-1519) que se titula Retrato de Mona Lisa, llamada la Gioconda, expuesta en el Museo del Louvre. Para darse cuenta de ello, basta seguir la muchedumbre de turistas extranjeros, orientarse según la señalización específica del museo e ir lo más rápido posible a la sala donde está expuesta tras una vitrina blindada, guardada por un personal siempre al pie de la obra. A pocos metros, en el mismo sitio, otro lienzo de
Leonardo da Vinci —un San Juan Bautista— colgado en un rincón. Nadie repara en él, o apenas. La mayoría pasa al lado sin ni siquiera detenerse. La Gioconda se ha convertido en un símbolo planetario, conocido y reconocido por todo el mundo. Manifiesta el arte por sí sola.
Lo que exponen vuestros abuelos en su comedor, es un pedazo de ese símbolo que les permite participar de la relación de los hombres con las obras de arte al menor precio. La reproducción colgada señala dos cosas: por una parte, el deseo de poseer en su casa un objeto que procede del arte, por otra, la incapacidad financiera de adquirir el original. La combinación de un deseo estético de belleza a domicilio y la imposibilidad de satisfacerlo realmente.
Para evitar la frustración, el sucedáneo basta. La imagen duplicada en múltiples ejemplares cumple ese rol.
Existe un gusto de gente sin recursos (gente modesta y desfavorecida). Personas que se distinguen por tener poca cultura, referencias artísticas pobres, escasas o inexistentes. Nunca han tenido la fortuna y la suerte de iniciarse o ponerse en situación de comprender el mundo del arte, si bien sienten la necesidad de satisfacer una apetencia de belleza, aunque sea superficial. Sin educación en el código, ni capacidad para descifrarlo, sin instrucciones de uso, tampoco cuentan con la herencia de un capital intelectual transmitido por la familia: sin hábito de visitar museos nacionales o extranjeros, n¡ relaciones directas, regulares y continuadas con la materia misma de las obras de arte, en salas de exposición, sin asistir a conciertos, ni frecuentar lugares de aprendizaje y práctica de un instrumento de música o de una técnica pictórica. Deseosa de amar el arte, pero bruta en sus juicios, la gente sin recursos está condenada a tratar con el sustituto tomado por ella como esencial.

Jean Dubuffet (francés, 1901-1985)
Comerciante de vino, pintor voluntaria y falsamente naíf [ingenuo, inocente], teórico del arte. Desea rehabilitar, en el mundo de la creación, la potencia de los enfermos, los locos, la gente sencilla y sin cultura, los obreros y campesinos. Ataca a los que fabrican el gusto de una época: mercaderes, críticos, intelectuales, profesores.

Individualista, por tanto, antisocial y subversivo
Si su producción no está impregnada de un carácter personal fuertemente marcado (lo que implica una posición individualista y, en consecuencia, firmemente antisocial y en esa medida subversiva), no tiene ningún valor. En cambio, si ese talante individualista se extrema hasta el punto de rechazar toda comunicación con el público, si ese talante individualista se exaspera hasta no desear que la obra producida se exponga ante los ojos de cualquiera, o incluso hasta hacerla intencionalmente tan secreta, tan cifrada, que se hurte a toda mirada, entonces su carácter de subversión desaparece; se convierte en una detonación que, producida en el vacío, ya no emite ningún sonido. El artista se encuentra así solicitado por dos aspiraciones contradictorias, dar la espalda al público y hacerle frente.

Por lo general, a nuestros amigos les impresiona que tengamos un Marcel Duchamp en el baño.

¿En qué momento un meadero puede convertirse en una obra de arte?
Solo una cosa distingue ese urinario, que ha llegado a ser célebre en todo el mundo, de otro producto de la misma fábrica pero utilizado para sus fines habituales: la firma. Duchamp no firmó con su nombre sino con un seudónimo: R. Mutt, en referencia a un héroe de cómic (un pequeño gordo divertido, conocido entonces por la mayoría de los norteamericanos). Los miembros del jurado ignoraban la identidad del autor de ese gesto a medio camino entre la broma sin más trascendencia y la revolución estética que desencadena. Duchamp llamó a este objeto un ready-made (un objeto ya confeccionado si quisiéramos traducirlo palabra por palabra). Este objeto se distingue de sus semejantes por la intención del artista que impone su presencia en una sala de exposiciones.
El urinario es en bruto, no labrado, simplemente está firmado; en cambio, las producciones artísticas habituales están elaboradas, fabricadas, y reconocidas como clásicas por las autoridades del medio. Pero las vanguardias, que quieren acabar con la vieja forma de pintar, esculpir y exponer, consiguen imponer el objeto como una pieza superior en la historia del Arte.

Una obra de arte no tiene por qué ser bella, se le pide generar sentido. Durante siglos, se creaba no para representar una cosa bella, sino para lograr la bella representación de una cosa: no una puesta de sol, frutos en un frutero, un paisaje marino, un cuerpo de mujer, sino un bello tratamiento de todos esos objetos posibles. Duchamp retuerce el pescuezo a la Belleza e inventa un arte radicalmente cerebral, conceptual e intelectual. Desde Platón (428-347 a. de C), un filósofo griego idealista (para quien la idea prima sobre lo real que se deriva de ella), la tradición ha enseñado la existencia de un mundo inteligible enteramente poblado de ideas puras: Una obra de arte no tiene por qué ser bella, se le pide generar sentido. Durante siglos, se creaba no para representar una cosa bella, sino para lograr la bella representación de una cosa: no una puesta de sol, frutos en un frutero, un paisaje marino, un cuerpo de mujer, sino un bello tratamiento de todos esos objetos posibles. Duchamp retuerce el pescuezo a la Belleza e inventa un arte radicalmente cerebral, conceptual e intelectual.
Desde Platón (428-347 a. de C), un filósofo griego idealista (para quien a idea prima sobre lo real que se deriva de ella), la tradición ha enseñado la existencia de un mundo inteligible enteramente poblado de ideas puras.

Octavio Paz (mexicano, 1914-1998)
Poeta, ensayista, novelista, teórico de la literatura, crítico de arte, premio Nobel, embajador en la India. Efectúa transiciones teóricas entre las culturas y confronta las épocas con el fin de extraer la especificidad de las civilizaciones —especialmente amerindias.



Cuando el objeto se convierte en arte
La contradicción es la esencia del acto; es el equivalente plástico del juego de palabras: este destruye el significado, aquel la idea de valor. Los ready-mades no son antiarte, como tantas creaciones modernas, sino a-rtísticos. Ni arte ni anti-arte, sino algo que está entre ambos, indiferente, en una zona vacía. La abundancia de comentarios sobre su significación —algunos sin duda habrán hecho reír a Duchamp— revela que su interés no es plástico, sino crítico o filosófico. Sería estúpido discutir acerca de su belleza o su fealdad, tanto porque están más allá de belleza o fealdad como porque no son obras, sino signos de interrogación o de negación frente a las obras.

Elogio de los individuos rebeldes
Si el arte falla hoy en este país, y aparentemente también en Francia, se debe a que no hay espíritu de rebeldía; no hay ideas nuevas que surjan de los artistas jóvenes. Estos pretenden lo mismo que sus predecesores, si bien intentando superarlos. En arte, la perfección no existe. Y siempre se produce una pausa artística cuando los artistas de un periodo determinado se contentan con reanudar el trabajo de un predecesor en el punto donde este lo ha abandonado y con intentar proseguir lo que hacía. De otro lado, cuando uno elige algo que pertenece a un periodo anterior y lo adapta a su propio trabajo, esta línea puede resultar creadora. No es nuevo el resultado; aunque sí es nuevo en la medida en que procede de una línea original. El arte viene producido por una serie de individuos que se expresan personalmente; no es una cuestión de progreso. El progreso no es más que una pretensión exorbitante por parte nuestra.



Parentesco de la filosofía y las bellas artes
¿Qué es la vida? A esta pregunta responde a su manera y con absoluta tranquilidad toda obra de arte verdadera y lograda. Ahora bien, las artes solo hablan el lenguaje ingenuo e infantil de la intuición, no el abstracto y serio de la reflexión: de ahí que su respuesta sea una imagen pasajera, no un conocimiento universal permanente. Así que, para la intuición, toda obra de arte responde a esa pregunta: cada pintura, cada estatua, cada poema, cada escena en el teatro; también la música aporta su respuesta y, por cierto, con mayor profundidad que todas las demás, pues ella expresa la esencia más íntima de toda vida y de toda existencia en un lenguaje inteligible de inmediato pero intraducibie al lenguaje de la razón.

Arthur Schopenhauer (alemán, 1788-1860)
Pesimista (le gustan mucho menos los hombres que su perro), músico (de flauta), misántropo (no vacila en maltratar a su vecina), paranoico (duerme con una pistola debajo de su almohada). Como remedio del mundo, invita a practicar la piedad, la

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